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$ 58 blos, brillan en las policromas vidrieras y escalan las torres y agu- jas afiligranadas y agudas, fiestas magnificas y espléndidas, en las cuales despliega toda la misteriosa pompa de su aes incompa- rable. : Pero en las calles, en las plazas publicas de las ciudades, ala luz del dia, bajo: la béveda del cielo, es la sociedad civil la que levanta las estatuas y monumentos consagrados a perpetuar en la memoria de los hombres el recuerdo y el nombre de aquellos bienhechores in- signes de la humanidad que dejaron en la tierra estela luminosa de obras redentoras y de fecundos sacrificios, o los de aquellos grandes genios que cifieron la frente augusta de la patria con la rica y brillan- te corona de sus inspiradas e inmortales creaciones. Y asi, la patria levanta estatuas a aquellos Reyes que tuvieron clara conciencia de la misién de la autoridad que es servir y sacrifi- carse por el bien comtin y por la felicidad de los stibditos; y a los -conquistadores que ensancharon las fronteras de la patria y llevaban escrita en la hoja de su espada victoriosa la suerte de los pueblos; y a los guerreros que la libertaron de la servidumbre y del oprobio con el esfuerzo de su robusto brazo y de su corazén generoso y magna- nimo; y a los héroes que la ofrendaron el testimonio mas elocuente de su amor que es la vida sacrificada por su servicio y por su defen- sa; y alos politicos que guiaron con mano experta y fuerte la nave del Estado, salvando los escollos del despotismo y venciendo las tem- pestades de la revolucién y de la anarquia, al puerto abrigado de la prosperidad y del orden; y a los sabios que enriquecieron su patri- monio espiritual con la aportacién de provechosos descubrimientos y luminosas ideas y sistemas; y a los artistas que la legaron el precio- so tesoro de obras maestras, asombro y envidia de los pueblos. Pero hoy, sefiores, es la Iglesia representada por el sabio y ce- losisimo Prelado que con tan abnegado celo y espiritu apostdlico ri- ge los destinos espirituales de esta nobilisima y piadosa tierra Nava- rra, y por tantos beneméritos sacerdotes y religiosos coronados de virtudes y ciencia, y es al mismo tiempo la sociedad civil represen- tada por feliz coincidencia, por el primer Ministro dela Nacion, el hombre providencial suscitado por Dios, cual nuevo Moisés, para li- brar a Espajia de la servidumbre y vergonzosa decadencia a que la ha- bian reducido los Faraones de los viejos partidos, y conducirla con suave y prudente energia a la tierra de promisién dela grandeza y de la paz; por las dignisimas autoridades de la Provincia y de la Ciu- dad y por el pueblo innumerable, venido de todos los confines de esta
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