BCCPAM000532-6-26000000000000
49 tase que después de comenzada la penitencia de Francisco, ces6 pa- ra siempre aquel grito que fué considerado por la leyenda como voz precursora que anunciaba la aparicién del gran Santo. Ya éste, en su juventud, prisionero, vence con su paciencia el caracter altivo e insufrible de un compafero de cautiverio; pero lo que definitivamente le condujo a ser un mediador de paz, fué su vo- cacion a la vida evangélica, al oir el Evangelio de la mision de los Apéstoles; trasladando, segtin su norma, el Evangelio a la Regla, manda a sus hermanos que cuando vayan a alguna casa saluden con estas palabras: «La paz sea en esta casa». Durante toda su vida consi- deré estas palabras evangélicas como una revelacion propiamente di- cha y todavia en el momento de la muerte aseguraba:—Esta_ saluta- cién me revelé el Sefior que dijésemos: «El Sefior os dé la paz». Es- te era su lema y su saludo y el comienzo de todos sus sermones, y lo mismo, cuando el afio 1220 fué a saludar al Papa Honorio Il, lo hizo diciéndole: «Sr. Papa, Dios os dé la paz.» Trascendiendo al orden de los hechos, ¢quién no vé la labor pa- cificadora deS. Francisco, mas digna de ponerse de relieve aqui? Unas veces es un siervo a quien pacifica con su Sefor sin mas que echar su Capa a sus espaldas a la vez que sus_ palabras le tocaban el - corazon; otras veceses la ciudad de Arezzo ala que libra de luchas intestinas haciendo huir los demonios que turbaban la paz; otras, es en su propia ciudad donde reconcilia alos «maiores» y «minores» nuevamente en guerra; otras, en fin, es aquella paz admirable que hizo en el mismo Asis entre el Potestad y el Obispo, cuando supo la - lucha en que estaban. Se comprende lo que es para una sociedad que las autoridades estén en lucha; por que ¢qué union puede haber en un pueblo en que las autoridades estan dividas? Es una vergiienza para nosotros siervos de Dios—dijoles Francisco a sus frailes—que no ha- ya nadie que restablezca aqui la paz. Y quiso, segtin sus medios con- tribuira ella, pero, jde qué manera tan sublime! En presencia del Obispo y del Potestad, a quien llamé a Palacio, habiendo rogado al primero que también se encontrara presente, dos hermannos cantan - del «Cantico del Sol» tal como habia compuesto, poco tiempo hacia, semiciego ya, Francisco, conesta nueva estrofa que le inspirara aquella accién: Loado seas, mi Sefior, por quienes perdonan por tu amor y so- portan enfermedad y turbulacién. Dichosos los que las sufran en paz, porque por Ti, Altisimo, co- ronados seran. Al acabar el canto, ef Potestad se postré de hinojos a los pies
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz