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47 menospreciada y obscurecida, permanecié hasta que llego él sin que nadie la solicitara> es decir, la Dama Pobreza. Se despos6 con ella y este matrimonio tiene una perpetuidad e indisolubilidad, como nin- gtin otro desposorio, porque los desposorios de S. Francisco siguen después de su muerte, porque sigue la Orden Franciscana desposa- da con esta Dama Pobreza, que ya no quedara viuda. Pensad, ahora, lo que significaria en aquellos tiempos que antes he descrito, en que el poder, la dignidad y la riqueza se confundian, ver este ejército de pobres, ir predicando el Evangelio por aquellas tierras, y no extrajia- réis que diga Renan en su «Vida de Jestis», que después del Cristia- nismo, después del movimiento galileo, el movimiento Franciscano es la mayor manifestaci6n popular que ha presenciado el mundo. Fué una verdadera revolucién, pero conviene insistir aqui, fué una revo- lucién segtn las ideas de aquel tiempo, una revolucién que chocaba contra las propiedades mal adquiridas, pero no derogaba el derecho de propiedad; chocaba contra la autoridad mal ejercida, pero no la negaba; chocaba contra las ideas de aquel tiempo, pero conformando- se a las ideas justas y eternas, S. Francisco no negaba el derecho de propiedad, ni la autoridad que han de ser los pilares basicos de una sociedad bien constituida. S. Francisco no fué comunista; no se en- cuentran en sus escritos textos que hablen en este sentido, pero si que demuestren que reconoci6 y respeté los derechos de propiedad. No podia sospechar S. Francisco que el amor a los pobres, se pudie- ra convertir en odio alos ricos. San Francisco predicé no solamente el respeto a los bienes, sino también a las ‘ideas, y a los conceptos. «No penséis mal, decia, de los que usan trajes valiosos y ligeros y de colores, cada uno no juzgue mal a los demas, juzguese asi mismo.» Comparad esta amplitud de miras, esta generosidad con la de los apéstoles del libre pensamiento que se ridiculizan ironicamente en la copla de la Zarzuela. El pensamiento libre proclamo en alta voz y muera el que no piense igual que pienso yo. El Franciscanismo es trabajo. Es pobreza. Es humildad, empe- quefiecimiento. Menores llamé a sus Frailes S. Francisco y por res- peto no se ordend de Sacerdote, sino que se quedé en Didcono. Te- nia para con los Sacerdotes una gran admiracion y reverencia.—«Aun- que poseyese tanta sabiduria cuanta Salomén tuvo—decia—al hallar- me con pobrecitos Sacerdotes, nunca predicaria en sus curatos sin

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