BCCPAM000532-6-26000000000000

25 de la biblica manzana! La cultura promete tesoros recdnditos, paisa- jes encantadores, horas de dicha, goces de seforio supremo; mas cuando no es armoénica, cuando es cultura puramente cerebral y no desciende al corazén para educarlo, cuando no se integra en vida y en ideal, cuando en lugar de comunicar alos demas el bien genero- samente, cifra su ambicién en ser mera decoracién de la persona, temed no se convierta en narcético que paralice vuestras energias. Temed que desarrollando sin mesura ni proporcién la facultad critica, analitica, enjuiciadora de ideas, hechos, acciones, personas, no ven- ga a extinguir delicadezas sentimentales, amores puros, candor de la religiosa fe, y como consecuencia, no asome el desengaiio a vues- tra mirada, y el pliegue desdefoso a vuestros labios con los signos de un desolado esceptismo: jtemed, en fin, al encender ciertos focos de luz, no huya del alero de vuestro tejado, para siempre, la celeste golondrina de la alegria! No piense alguien que es trocar la fria ecuanimidad del confe- renciante por el adusto fervor del misionero, hacer esa lugubre pin- tura que antecede, en que el balance de la alegria moderna aparece en saldo de déficit. Ya sé que las apariencias contradicen con ruido- so tumulto a mi afirmacién. A creerlas, estamos en la edad de oro de toda alegria. Mirad en torno: jamas se divirtid tanto la gente. Do- quiera se alzan los templos del placer, suntuosos, magnificos, aluci- nantes. Plazas de toros, teatros, circos, salas de cine, estadios colo- sales. Cruzan los aires, como raéfagas sonoras, los alaridos de las multitudes que se regocijan, rujen, vociferan, aplauden, aqui por una bella estocada, en otra parte por un gentil puntapié, alla por un di- recto asestado a una mandibula, aculla por la picante cancion de una cupletista. Suenan en todas partes las cadencias musicales, y corren de aca para alld las enloquecidas parejas en giros languidos y volup- tuosos. {Todo es alegria! éAlegria, eh? éNecesito decir que lejos de constituir una objecién, ese alegato se me convierte en argumento? En ese frenesi por las diversiones que hoy atorbellina tantas cabezas, estoy viendo el signo inequivoco de esa anemia que vengo deplorando. Fueran las almas mas normales, fueran religiosas al estilo de la Edad Media, atesora- ran esa pura alegria que late cual agua subterranea, que no se tradu- ce en bullicio y aturdimiento, que no mendiga sus goces a los vapo- res turbios del alcohol, ni a los groseros estimulos del placer, ni a las convulsiones de las danzas charlestonescas, sino que se nutre de amistad, de la contemplacion franca de la naturaleza, de los goces ,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz