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12 habria de mercer, jastiamente, por igual el réieiaiee i Jos selectos _catadores de la época del santo y del santo de la época, de los biblid- grafos eminentes en materia de tal extension, y de los simples oidores acostumbrados a la harmonia del ritm6, a la sonoridad de la palabra y a la elegancia de! ademan, que son los signos exteriores por donde se revelan los puntos que calza en arte oratoria, ya que no en ciencia cierta, el misero mortal que se coloca en la picota del conferenciante. Apareciése ante mis ojos la escena simplicisima de Fray Junipe- ro rechiflado por los chiquillos que le acompafiaban en el juego del columpio; llendronse mis orejas de los vitores, chillidos y carcajadas con que el hijo de Pedro Bernardone, amén de palos y pedradas, en un dia como este de la primavera de entonces, era acompafiado a la casa paterna el pazzo de Messer Pietro vergonzosamente vestido, profundamente extenuado, palida la mejilla, grefiuda la frente, foscas las orejas, sucio por el lodo y sangtante por los guijarros... y pensé para mi, lo mejor es aceptar la invitacién. iQue nadie me quite la gloria del ludibrio! Y-aqui estoy, Fray Ladislao, dispuesto a arrostrar la rechifla de todos, a merecer el ridi- culo, y a suplicaros que no dejeis de otorgarme todo lo merecido, dandoos de anticipo muy rendidamente las gracias, por los vitores de chunga, las carcajadas de desprecio, los chillidos de protesta y hasta los palos de diatribas y atin las pedradas de los insultos, para que al abandonar esta tribuna, como vulgarmente se dice con las orejas ga- chas, pueda ofrecer a Dios este reconocimiento bien certificado de mi pobreza espiritual y de la indigencia irrisoria de mis talentos. ijTodo a la mayor gloria de Dios y de nuestro’ Padre S, Francis- co! El glorioso Patriarca en cuyo honor levantardse, en breve, sobre la plaza de su nombre el monumento recordatorio de la gran obra de Paz y Bien que en Navarra hiciera el mayor de los menores, ya po- niendo sosiego en las luchas de sus burgos enardecidos por el odio de la discordia; bien, convirtiendo en tranquilos borregos,los toros bra- vos que pastaran en las orillas del Ebro las frescas hierbas de Musca- ria; ya pasando por Olite el rosario de su conducta ejemplarizadora; ya suscitando el avecilla de plumaje dorado que sube a la blanca es- tatuilla de la Virgen en Puente la Reina; hora en Rocaforte evocando con el percutir del regatén de su cayado la fuente de la morera yla~ morera de la fuente, que desde el medioevo, pusieron para siempre sombra y agua en el arido terrufio, calcinado por el sol implacable. Tres enormes y soberanos obstdculos se oponen al amor de Dios en su afan de hacernos buenos. pause enibonesnse-yteni estan wheasesiearsctantst RUA 18

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