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”n O aunque adornado con su capa antigua, ella misma ha- cia” resaltar mas la vileza de la túnica de sayal que traia debajo; al verlo con los ojos tan humildes, con la cabeza inclinada y' con toda la aptitud de un peniten- te y mortificado varon, no hay quien uo derrame lá- grimas de ternura. Un ruido ó rumor general suscitado por lossollozos y por las espresiones de admiracion suena por toda la Iglesia : se apresuran , se apiñan por mirarlo mas de cerca. Nuestro D. Joaquin ya se ve postrado de- lante del Altar Santo; el Prelado comienza sus preces, á que contesta la Comunidad con sus tristes voces, y en seguida se procede á la ceremonia funesta. Echada la bendicion al hábito nuevo, lo primero que hacen es despojar 4D. Joaquin de la capa del siglo, y en acto seguido vestir- le la investidura grosera de sayal; despues lo cifien con una vasta cuerda, y acaban este acto" tierno con vol- verse el Prelado al novicio y. echarle una plática fer- vorosísima. Como aquel era un sabio y estaba perfcc- tamente ¡instruido en las circunstancias mada comunes que habían precedido en el jóven, las del concurso y de su misma familia quese hallaba presente, dijo tales cosas que: quedó el auditorio pasmado al escuchar- le. El tema que puso fue tomado del sagrado libro de los Cánticos, y lo aplicó oportuvísimamente á la yoca- cion extraórdinaria con que lo habia fayórecido el Cie- lo. Le entregó antes de concluir unas disciplinas para que con ellas macerase su carne, y un rosario para que siendo devoto de María Santísima pudiese con am- bas cosas superar y vencer las horribles batallas que el Infierno le tenia preparadas, á fin de separarlo de su santo propósito. Le muda el nombre con que hasta en- tonces habia sido conocido, para que teniendo otro dis- tinto, imitase á aquellos que tratando de ocultarse en el pais adonde entran, varian sus nombres, para que no.sea facil conocerlos, ni dar con ellos, Eliba 4: esconder su: vida en Jesucristo, le importaba mucho que no lo «conociesen