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37 En el interin D. Joaquin recibe sobre su cabeza ¡a tonsura «moñacal, se le «despoja de. sus vestidos del. si- lo. se eubré con una túnica de sayal, que entra á substituir las delicadas «telas con que hasta alli se ha- bia cubierto; sus pies reciben desnudos las «!pargatas; encima de todo este trage oculto y. penitente vuel- ve á poner sobre sus hombros la capa primorosa que usaba, y espera ya con impaciencia el momento de sa- lir al público. Era Guardian en aquel tiempo el -R.:P. Fr. Bue- naventura, de Cádiz; condiscípulo de nuestro Venerable ejemplarísimo Misionero el R, P. Fr. Diego José de Cá- diz; uno y otro extraordinarios en virtud. y sabiduria, aunque este último escedió al primero incomparablemente envambas cosas. El R. P. Fr. Buenaventura era sinembargo un sabio; su elocuencia fogosa, sus conocimientos y su in- vencion singularísima en la eleccion de los asuntos que pre- dicaba, le hicieron ocupar un lugar muy distinguido en- tre los literatos. Cuando anunciaba la palabra de Dios, lo hacia con energía tal, que salian todos pasmados de escu- charle. Varios sermones que aun existen impresos, son un testimonio bien manifiesto de esta verdad : este era el Pre- lado, y de su mano vá á recibir el hábito sagrado nuestro D. Joaquin. Llegada la hora señalada estando la Iglesia llena de gente, y la Comunidad ocupando la Capilla mayor, he aqui que asoma el Sacerdote vestido con Sobrepe- liz y Estola, y delante de él, ¡que asombro ! ¿Quien lo habia “de conocer? D. joaquin Caravallo. -Al.ver todos á aquel jóven que antes deslumbraba con la elegancia de sus trages, que 4 todos enamoraba. con sus moda- les finos, y que no habia quien no gustase de oirlo por la amenidad de sus dichos; al ver á un. jóven de tantas esperanzas, que dejaba abandonada: una: rica he- rencia y una fortuna risueña; al verlo digo con los pies desnudos , con la cabeza ya tonsurada: y que

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