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27 vino sirve de teatro 4 las bondades de un Dios, incli- nado á las oraciones del Justo: allí es donde se espe= rimeénta y..se percibe de un modo inefable la virtud y gloria del Altísimo : estos son los lugares áridos en don- de anda á veces, mas sin hallar descanso, el espíritu infernal. hasta que se vé precisado á volver á su man- sion primitiva que podemos decir son los amadores del siglo. Mas ¿como ha de encontrar descanso en los cláus- tros donde se observa la disciplina regular, cuando se suceden unas á otras las imortificaciones, los ayunos, las vigilias, la oracion, el coro sin que se pueda fijar el pie sobre ninguna comodidad ni interrupcion ? Aqui ago- niza continuamente la concupiscencia, muere la propia voluntad, se persigue sin cesar al regalo y á la abun- dancia : aquí nada hay propio, aquí no es el hombre dueño de sí mismo, siempre vive dependiente del pa- recer de otro, siempre mortificado, siempre humillado. Y si esto sucede en toda Religion bien sostenida, y que vive en conformidad con sus leyes, ¿que diremos del cláustro Capuchino? ¿Hay por yentura entre nosotros alguna condescendencia con la:comodidad ? ¿Se escuchan las reclamaciones de una naturaleza siempre solícita de sus. derech»s, siempre quejosa y que jamas cesa de ale- gar .sus principios y sus leyes? ¿Podemos aqui con- tar con. alguna de aquellas conveniencias, sin las cua- les parece imposible subsistir? ¿Que.es un Capuchino sino- un hombre de esterior severo, que recuerda las ideas de los antiguos anacoretas, cubierto de un saco y tan pobre que no tiene mas que «el áspero sayal sobre sus carnes; desnudo, descalzo, con un coro casi contí. núo , con «una oracion sostenida diariamente mañana y tarde, sujeto á la voluntad del superior, que á ve- ces: manda sin contemporizacion, y que es obedecido sin réplica? ¿Que es un Capuchino sino un mártir con- tínuo que siempre está en un perpetuo choque de tra- bajos, y de sufrimientos? Si camina, aunque las jor-
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