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E] x Parientes la delicadeza de su complexion, su trato delica- do, y la aspereza. de nuestra Vida capuchina! Por otra parte él .era un jóven de grandes esperanzas en el comer- cio; su casa se hallaba en un estado brillante; se habian hecho grandes sacrificios porque fuese á las Américas pa» ra instruirsez y era muy duro despues de tantos gastos, cuando ya estaba en una carrera tan brillante, y en lo mejor de ella, dejarlo todo por hacerse un fraile Capu- chino! El mundo. no podia ver en esta resolucion mas que un fanatismo, un trastorno de cabeza originado de los ejercicios, en fin una estravagancia ridícula: no es creible que su virtuosa madre tomase parte en esta lucha; ámno ser que sospechase:era una ligereza, y no. una ver- dadera vocacion: en este caso tenia un derecho, no á opo- nerse, sino á exigir pruebas de su vocacion, y que se pro- cediese. con madurez. Nuestro D. Joaquin cual dura. roca enmedio de los uracanes y tempestades, permanece fírme en su resolu- cion: nada le arredra, nada le intimida : Dios. está, ani- mándolo en su, corazon y con su fortaleza , todo lo alla- na y todo lo consigue: vencidas todas las dificultades y obtenida con lágrimas la bendicion de su madre resuelve pretender el hábito Capuchino. Ahora vamos á entrar en la parte mas edificativa de su egemplar vida, ahora vamos á ver acciones tan gigantes, que las de muchos que tal yez se tienen por yir- tuosos, no serán mas que pequeñeces en su comparacion. ¡Quiera el Cielo que los que lean estos ejemplos de virtud practicados enmedio de un siglo. tan «corrompido, se hallen animados á abrazarla, y confiesen que. en ¿cual- quiera tiempo y circunstancias en que nos ponga. la Diyi- na Providencia, podemos despreciar los alagos del mun- do, y atender á nuestra propia santificación, Nora. Es muy importante advertir que sinembar- go de cuanto dejamos escrito sobre el caracter ameno y divertido de nuestro D. Joaquin, Caravallo ; fué siempre