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o 22 cierta repugnancia en sí mismo'para abrazar aquella so- ledad , que parecia lo sacaban de alli con un impulso es. traordinario: enfin conoció claramente que Dios no lo queria para Cartujo, sinembargo de que:amaba tierna- mente aquel instituto, como se vió despues, que jamas de: jó de visitar mientras vivió aquella soledad, y este era su aliyio y su consuelo. No mas que dos días estuvo en el Monasterio (1) vestido con sus ropas del siglo. Mas ignorando: que era lo que el Señor queria de él ; para acertar con su santísima voluntad quiso hacer nuevos ¡y distintos ejercicios en nuestro Con- yento de Capuchinos: En efecto, asi se verificó; lo mismo fue poner los pies en nuestros pequeños y oscuros claus- tros, que sentir en su interior la voz de Dios que le de- cia; este será tu descanso: como las arenas son las que á pesar de su menudencia y pequeñez, estan destinadas por el dedo de Dios, para que sobre ellas se deshagan las hinchadas y enfurecidas olas de los mares; asi-nues- tra humilde reforma fue la escogida por -el Señor para que alli llegasen (2) y de alli mo pasasen las olas amar- gas y encrespadas que anegaban el alma de D. Joaquin. Hace sus ejercicios con tanto fervor que la Gomunidad toda quedó edificada. Concebido el santo pensamiento de consagrarse al Se- for en el claustro Capuchino; antes de manifestárselo al Prelado, se vá á.su casa, se lo propone á su madre y á sus tios. ¡Cual fue st quebranto y su dolor, cuando lejos de encontrar en aquella virtuosa familia la aproba- ción que necesitaba para volar á los brazos del Señor, lo que halló fue una resistencia abierta, y decidida. (3) ¡Que no hacen para retraerlo de su resolucion! ¡Qué de reflexiones! ¡Qué de cargos para: aterrarlo! Como hicieron los esploradores con: el pueblo del Señor cuando le pon- deraron los peligros de perecer, que iban á encontrar en la tierra de promision. ¡Que al vivo le dibujaron sus (1) Carta del R, P, Guard. n. 2. (2) Job. 38. 11, (3) Carta del Prelgdos

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