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18 y le insinua que se descubra con ella sin el menor re. paro, y le diga si está contraido para casarse. Su ma- dre lo quería con esmero, y él sabía muy bien: cuan verdadero y entrañable era el amor que le tenia: podía ciertamente desahogarse con ella, y hablarle con toda franqueza , segurísimo de que cualquiera gue fuese su resolucion , no la habia de reprobar. ¡Ay! ¡que agena estaba su virtuosa madre de lo que Dios iba obrando en lo interior de su hijo! Madre mia, le contesta, yo. no pienso contraeríne con nadie, mis ideas son muy distintas, yo quiero. ausentarme por unos dias de las gentes y' de su trato; para eso he resuelto con su permiso y licencia, retirarme á hacer unos ejer- cicios espirituales. ¡O que santamente sorprendida que- daría la Señora al oir de su hijo una resolución “tan cristianá y piadosa ! Sus ojos se arrasan en lágrimas, y llena de ternura le dá gustosamente su licencia para que vaya á verificar sus proyectos. CAPITULO 12. Hace unos egercicios espirituales, y resuelve dejar el mun- do y abrazar el áspero instituto de los Capuchinos. Cuando Dios llama ¿sí á alguna criatura, sacándo- la de la masa general de la corrupcion del siglo, sue- le sentirse en el alma un eco tan poderoso y tan fuer- te, que á la mapéra de un penetrante aguijon se le cla- va y profundiza allá dentro, empujándola á* obedecer. El alma docil «rendida á sus pies como otro Saulo, al mismo tiempo que se mira rodeada de una celestial luz que' le descubre la vanidad de cuanto el mundo pre- Señta 4 -sus amadores, la fealdad del vicio, y la her- mosura de la virtud, se siente con fuerza para hacer sa voluntad y seguirla. Aun está caida en el lado de su miseria, aun no se ha levantado, ni tampoco ha co- menzado á caíítináar por los senderos del rigor y "ma=- 'ceracion, y ya'esclama toda. llena- de confusion ¿Señor que quieres que haga ? Esta que fué..la voz de Saulo con-

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