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32 temor de Dios, procurando instruirlos en máximas san. tas proporcionadas á su edad. Correspondió nuestro niño Joaquin desde sus pri- meros años á los esmeros de su piadosa Madre. El aun- que de un genio vivo y alegre, no descubrió el menor vicio, ni la mas pequeña inclinacion torcida : acompa- fñaba y asistia con su Madre al Templo, recibía desde que fue capaz de ello, con la mayor frecuencia los Santos Sacramentos; su compostura y devocion edifica- . ba, sin separarse de su lado, la acompañaba en el san- to Rosario como dejo ya notado arriba. Podia desde lue- go presagiarse por esta educacion tan cristiana, y tan bien aprovechada que el niño Joaquin habia de ser gran Sieryo de Dios en lo sucesivo. Ex studiis suis Cog= nocitur puer, simunda, et recta sint opera ejus (1) De los ejercicios de un niño en su pequeña edad, se conoce lo que ha de ser en lo sucesivo, si sus obras en la edad adulta han de ser limpias y buenas; asi lo dice el Espíritu Santo, asi lo hemos visto prácticamente innu- merables yeces, y lo tocamos en el Y. P. Salvador. CaprruLo 3. Sus estudios. »» Tres cosas, decia un antiguo filósofo (2), son nece- », Sarias á los niños, el ingenio, el ejercicio y la disci- > Plina. La vista recibe la luz por medio del aire.que >» la rodea, y el ánimo por medio de la. enseñanza y y, de la instruccion. Las raices de los estudios son des- », Agradables, mas sus frutos son suavísimos. Preguntán- s» Josele en una ocasion á este Filósofo en qué se dife- ,, renciaban los sabios de los ignorantes; respondió, en lo : que se diferencian los vivos de los muertos. Decia que » la erudicion era entre las cosas prósperas un precioso 3 adorno, y entre las contrarias un refugio, Los padres que yy tratan de dar á sus hijos el corocimiento de las ciencias » Son mas dignos de este nombre, y del honor y gloria;que (1) Prov. 20; 11. (9) Hec refert. Laertius, de Arist, c, 5.

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