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37 el que se dá 4 “las cosas humanas, sujetas 'alo engaño y á la equiyocacion. Una Señora sobrina del respetable sabio D. Agustin Moreno, Canónigo que :fue de esta: Sta. Iglesia, y Presi- dente muchos años de el- Sínodo, ó Mesas, padecia unas convulsiones terribles, que no se le podia mirar sin las- timar el corazon. Se hizo cuanto no es decible ¡por su alivio., mas todo inutil; y pormedio de un pedacito: del hábito del V.:P:: Salvador, desmenuzado con una tijera, y 'echado en una: poca de agua quedó sana y buena. Mu- chos: atribuian esta curacion á la casualidad, y no á la virtudy «santidad del V. Padre Salvador. Mas: ella Nena de fe le pidió á4 Dios que le volviesen las convulsiones, y que luego se las. quitase. por los méritos del P. Verita, de modo que nadie pudiese dudar del prodigio, para que de ese modo se desengañasen los incrédulos: en efecto, hecha: la súplica le repitén las convulsiones de un modo espantoso; inmediatamente le traen una poca de agua, y en ella echan unas hilachas de el hábito, la bebe, y al tomarla sintiócomo un consuelo: que entrába en su inte- rior: acabar de tomarla, y repentinamente cesar.la conyul- sion todo fué uno, con asombro de' toda la familia, que hallándose :alli preserte,' comenzaron á prorumpir en es: clamaciones' de admiracion. Todo esto :lo- ha: referido: la misma Señora. El Hermano Fr. Manuel de Casabermeja., limosnero de huevos en el mismo Convento de 'Sévilla, «refiere. el siguiente pasage. Un hombre algo libre en sus ideas, (que por eso: no se nombra, ni se dice el barrio. donde vive) estaba con unas calenturas que lo llevaban á las. puer- tas de la muerte. El facultativo que. lo asistia dijo cla- ramente que el caso era perdido: sinembargo recetó una bebida. La: muger le dió la primera toma, y. él: luego que la' recibió esclamó como furioso: me has matado, ¿que diablos me bas dado? Se revolcaba, y se queria echar de la cama. Aqui el prodigio. Ya dijimos arriba
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