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24 Termos, 4e consólaban de tenerlo :á su' cabecera. No habia quien no quisiera tener. algunas: relaciones con él como ño estuviese corrompido con las ideas del nuevo filoso» fismo. De aqui resultaba que á porfia lo convidabaní especialmente- dos: pobres para que 'echase el: agua á' sus hijos y los fayoreciese en: cuanta se les ocurria: Los que aborrecian el estado monacal, no solian estender “su odio sobre la persona de:este Justo, sinembargo que su vista sola. era una tácita: reprension de sus vicios”y desórde- nes. Los. Escmos. Sres, »Arzobispo*, los Jlmos.'$res.- Asis tentes, los personages: de la primera :atencion, ya” en. lo eclesiástica y ya en lo militar y político, lo-miraban con la mas distinguida consideracion, -venerándolo como ¡un Religioso ejemplar y penitente: De aqui'era que euántas gracias y favores pidió: todas: se les concedian sin repug: nancia algúna. No habia casa endonde viéndolo: entrar, no se dlenasen de satisfaccion y de gusto, -considerándose honrados:con tenerlo en su presencia. Ninguna jóven por distraida que fuese, dejaba de moderar su esterior segun las reglas dela modestia enel acto mismo de presentar- se el V. Padre; todos estaban delante de él con el respe- to que infunde la Santidad. Nadie se le atrevió, ni jamas sabemos que hubiese recibido el menor insulto de.tantos ilusos y fanáticos como: lo: vieron; porque á los ojos 'de cuantos lo observaban era un hombre irrepreensible y un perfectoimitador de N. 8. P. S. Francisco." CAPITULO 14. Su enfermedad y dichosa muerte. No hay hombre por-distraido que sea, que no quiera eoncluit sus dias Con! una muerte ejemplar: mientras se wive, mientras los tiempos son favorables, mientras la sa- lud está robusta y lozyna, son pocos los que estienden sus miradas al término que concluye: las disipaciones del corazon, Como los objetos que se ven, los que se alcan- zan.con los sentidos sean alegieños, sean lisonjeros y con- formes lárlaspásiónes , ho -se piensa mas que en gozarlos,.

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