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16 de religiosos y donados,'que Je llevaban multitud de Rosarios para que al otro dia los bendijese, y despues ellos los repartian. Por- fin: el V. Padre» llenó de Rosa. rios 4. toda España, hasta su Magestad el Rey nuestro Señor le pidió Rosarios para su Real familia, segun he llegado 4 entender. por: dos veces, y se generalizaron de modo que «consiguió introducirlos «hasta en las ' señoras mas dadas al lujo y á la vanidad ,:y las del: mas alto rango. Ya en su muerte, y muchísimos años antes no se usaban mas en todas partes que los Rosarios del P. Ve. rita, que era como los llamaban: se Heyaban: tambien 4 los Reinos estrangeros. Muy. poco antes de morir dió una porcion de ellos para Malta, CAPITULO 12. Su devocion al Santisimo Sacramento. Dios infinitamente rico y: poderoso en sl mismo pa- ra nada necesita del: hombre: suyo es el Cielo coa to- dos sus adornos: el Trono en que reside, y la carroza en que se sienta de nadie la ha tomado; millares de in- teligencias soberanas están : á: sus :Órdenés, y al eco de su voz obedece temblando la naturaleza. Si mira desde: el alto Trono de su Gloria'al hombre, y para levantarlo toma su propia naturaleza, es solo por una efusion in- compreensible de su inefable bondad. Laturaleza asi favorecida es empleada toda en remedio y socorro del hombre. Nos «redime de la servidumbre del Diablo, no con el :oro y la plata corruptibles, sino con su sangre preciosa, que por nuestro bien derrama con abundan- cia en la Cruz, y queriéndonos hacer de enemigos hi- jos queridos, de agenos, amigos íntimos y eleyarnos á:una union inefable consigo mismo, nos alimenta con su pro- pio cuerpo,:y gusta de que bébamos la sangre de sus venas. Lo que habia recibido por nosotros, dice S. Lo- renzo Justiniano (1), todo nos lo dá para consuelo de nuestra peregrinacion, para señal del amor que nos tiene, (1) De Ent. Ser. ¿o.

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