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Mm , Der podido levantar la eabeza: él vió sobre sí una mul. ,titud ó torrente de aguas, quizas le hubiera sido impo- ,»sible el superarla. Bendito sea el Señor que no permi » tió concluyese sus dias en aquella ocasion, porque hú- ,biera sido tan desgraciado como el que espita entre , LOs dientes de un Leon feroz. Su vida escapó milagro- ,samente y fue semejante al pajarillo que habiendo caj- ¡do en el lazo del cazador escapa de: él. El lazo se hi- ,,Z0 pedazos y él se vid libre de todo peligro.“ Pase. mos ya á la tercera época de su vida. TERCERA PARTE. Su vida pública. Una sabiduria que está escondida, y un tesoro que no se ve, ¿qué utilidad podremos hallar en estas dos cosas. (1) Nada hay tan útil en la sociedad humana como la verda- dera sabiduría, 0 la santidad que hace al hombre justo y amigo de Dios. Entre las cosas terrenas no hay una tan apreciada como un rico tesoro; mas si este está es- condido, si nadie sabe de él, si pasan por cima el ham- briento, y el necesitado, y perecen en su indigencia, ¿de qué sirve la preciosidad de sus riquezas? Pues asi como la multitud de oro y piedras de gran valor, de nada sir- ven si no puede el hombre valerse de ellas para su“uso, asi el hombre virtuoso, en quien Dios ha depositado las riquezas de su celestial sabiduría, instruccion, talento y dignidad para que sean la sal de los pueblos, la luz pues- ta sobre el candelero, la Ciudad colocada en la alta mon- taña de la Iglesia, si se esconde y no comunica sus luces, será tan inútil como lo es el tesoro que se halla en las en- trañas de la tierra. Esto nos lo enseñó nuestro Redentor Jesucristo en la Parábola de los talentos: al que escon- dió en el sudario el que habia recibido de su dueño re- prendió con severidad, y fue terriblemente “castigado. (1) Ecl. €. 41. v. 17.

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