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16 devastación francesa, alli se conservaban. No parece si. no que (como afirma un Religioso digno de todo crédito y condiscípulo suyo) se actuó de todas, y las devoró como Ezequiel el volumen de la ley: Lo cierto es que si algun Religioso -necesitaba material para componer algun sermon; ó para salir de alguna dificultad por raw! ra que fuese. por desconocida y poco yersada , con so- lo llegar al V. Bibliotecario y proponerle su necesidad, al momento él decia adonde estaban las materias. No es de estrañar en el V. P. esta exactitud, y. este profundo conocimiento de todas las materias, porque como ya de- jamos advertido en otra parte, su memoria era: prodigiosa; su talento muy despejado, y á estas bellas disposiciones juntaba una aplicacion inimitable, porque hasta despues de comer: y cenar estudiaba, y una abstraccion y retiro tan grande, que casi nunca salia á la calle. ¿ Y qué diré de su puntualidad á los actos de Comu- nidad, y del ejemplo que daba á todos los Religiosos? Ja- mas faltaba á ninguna de aquellas concurrencias que le enseñaron en el Noviciado: en el Goro é Iglesia era un Serafin que de dia y de noche «asistia lleno del fuego de la mas encendida caridad á las alabanzas de su Dios; he- mos dicho en otro capítulo su compostura esterior, su re- cogimiento, y su piedad; en el santo Sacrificio de la Mi- sa al mismo tiempo que parecia absorto, y enagenado en la contemplacion de aquellos sublimes misterios, se le no- taba tal exactitud en las:ceremonias, que no permitia que ni él, ni el ayudante faltase en lo mas leve; se le observó advertir al acólito que le servia. el incienso, que. le be- sase la mano al tiempo de darle el incensario; no obstan- tesa rarísima humildad: estaba en todos los pormenores de aquel tremendo Sactificio. En la oracion que hacia con la Comunidad era sensible, y conocido de todos el respe- to con que se presentaba delante del Señor, ya por su postura, y ya tambien. por el recogimiento de sus sen- tidos: la piedad verdadera, que segun el Apostol vale