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12 ce; el alma recibe un toque celestial, los ojos se- llenan de lágrimas: las señoras que pasaban por alli cerca á os» tentar la vanidad de sus vestidos, y á cautivar en las redes del amor profano al incauto y poco advertido, oyen- do aquellas yoces se paran, se acercan, lo Conocen.» Era menester que el vicio estuviese muy hondo en sus corrompidos corazones para no quedar atónitas y con» movidas. Todos se pasman al observar'al V. P. Salva- dor sobre el malecon del Arenal anunciando el Evan- gelio de Jesucristo. Yo, dice su Catedrático el R:P. Fr. Gabriel ¿Rodriguez (1) yo'lo ví eom' sumo: gusto. y edificacion ¡mía por algunos años no ponerlos pies en=su casa (sino se lo mandaban), y venir de su Convento á pre- ,dicar junto al Triunfo de la Santísima Trinidad , vuel- ,ta la espalda 4 su casa... Esta conducta era tan edi- ¿ficante , y sus exortaciones penetraban tan adentro ¿de los corázones, que compungian á su auditorio. que lo seguia como á un Justo, y lo detenia para besarle ¿el santo” hábito y pedirle su bendicion.“ Mas adelan- te será forzoso volverá tocar este punto con. alguna estension :” treinta: y' seis años egercitó en .el mismo sitio tan sagrado ministerio, y sus resultados fueron felicísimos. or + No fue esta sola la ocupacion que «por este tiem- “po recibió de la obediencia el V. P. Aunque siempre se habia esmerado tanto como' hemos visto en que nadie al- canzase ni Megase 4 conocer su erudicion, como esta €s semejante 4 la antorcha brillante que nunca se ocul- ta tanto, que no se entrevean algunos de sus rayos, los Prelados sabian' muy bien quien era el V. P. Salvador. En esta inteligencia, sin” atender 4 su encogimiento . le confieren el honroso cargo de ejercer la presidencia de las conferencias morales, que siendo aquella Comunidad -'muy' numierosa y abundando én todas. épocas de- reli- dd Uria dal aícho. Ns.

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