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40 y la hija de las mismas lágrimas que ha producido: la puente que nos hace pasar con seguridad el torrente de las tentaciones, la mediadora para la remision de los cados, la exterminadora de todos nuestros enemigos in- visibles; el ejercicio de los Angeles, el maná espiritual que nutre las almás, el gozo de los Bienaventurados en la felicidad de la vida futura. La oracion es la rique- za de los religiosos, el tesoro de los anacoretas, la mi- tigacion' de la cólera y el espejo endonde se ven los pro-: gresos que hacemos en la piedad. Dios se deleita mu- cho, dice el Seráfico Doctor (1) en la oracion frecnen-" te por las grandes utilidades que resultan al mismo que orá. Este se une con Dios y se hace un mismo espíritu cón él, gozando de- aquella parte óptima que Marie Magdalena escogió para sí. Crece en el amor de Dios vienen sobre su alma copiosos auxilios de su gracia. El Señor por esta razon ha dispuesto que siempre ten- gamos motivos para orar, ya por nosotros mismos, ya por otros, ya para escapar de males que nós amenazan, y ya para adquirir bienes que necesitamos y nos enamoran, La oracion está figurada en aquel fuego sagrado que el Sacerdote alimentaba en la antigua Ley, fomentándolo con la leña qué todos “los dias' por las mañanas le arroja- ba, (1) Sobre este fuego' se ofrecian “al Señor “los 'hoco- caustos ; sin el no se le ofrecia ninguno, ni admitia vic- timas que no pasasen por el fuego. Este debia ser per- petuo, y no faltar jamas del altar sagrado. Lo mismo la oracion es un fuego tanactivo, dice S, Juan Clímaco, (3) que no solo consume los vicios, sino la materia de todos los vicios, 4 saber, la corrupcion de la concupiscencia; é in- troduce en el alma el ardor celestial de la caridad. ¿Qué desorden puede haber en la criatura que no acabe la ora- ción 6 qué virtud que esta no consiga ? Por eso todos los Jústos de una y otra alianza sé han dado á la oracion (1) $ “Bon. de Prof. Relig. l. 2. Cc. 69 (2) Levit. 6. 12 (3) Grad. $. N. 44.

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