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99 madrugáda, aunque mejor diremos que no sabiamos cuando se levantaba, ni en qué lecho dormia , porque en aquellos años en que gozó de salud, nadie lo vió dor- mir; siempre estaba ó velando en el estudio, ú orando en el Templo ó en su celda. Asistia á la oracion de Co- munidad, y á todo el Coro sin dispensarse jamas de nin- guna hora: su postura indicaba la interior devocion. de su espíritu, derecho y con los ojos ó inclinados al sue: lo ó fijos en el Tabernáculo, y todo él respirando .mo- destia. Celebraba el Santo Sacrificio dela Misa, con tanta detencion y gravedad cuanta: le dictaba su inte- rior fervor: se encerraba en su habitacion conluidos los actos públicos de religion, y. alli se consideraba como Moyses sobre la montaña. Lo que pasaba entre él y su Dios, no es facil poderlo alcanzar: cerró sus labios tan estrechamente que no solo no se abrieron para palabras de malicia, ni para escusar sus pecados, pero ni para el inocente trato con los demas religiosos : si el silencio, se- gun S. Juan Clímaco, cuando está acompañado :de la sabiduria celestial, es el que produce la oracion, ¿cual sería: la del V. P. Salvador que lo observaba con tan- to rigor? Si el silencio, como afirma el mismo Sánto (1) es el que conserva el fuego divino que abrása él co: razon ¿como estaria el de este varon Justo? El silencio es la centinela que descubre los enemigos, la prision interior donde se entra el alma á llorar sus pecados, es el amigo de los gemidos y de las lágrimas, es un pin= tor espiritual que dibuja al vivo los tormeutos del In- fierno: es un sabio y curioso observador de los juicios divinos: y eternos: es el coadjutor fiel de la tristeza sa= ludable de la penitencia: es el enemigo de la confian- za presuntuosa: es el compañero inseparable de la tran- quilidad del espíritu: es el acrecentamiento de las lu- ces: del Cielo en nuestra alma: .es el ayudador de la contemplacion: es una secreta elevacion del alma hácia (1) $. Joau. Clim. Scal, Sta, grad. S$. a. 3. 1 a a a PA E 13