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E o E 24 ¿quien diría que este que asi entraba y “asi se porta ba, era el mismo D. Joaquin Caravallo que reunia en su persona y modales tantas gracias, tantos chistes y tanto despejo que formaba la alegria de: cuantos le tra: taban? Es muy particular este hecho; y: él solo forma una apologia del insigne varon cuya vida escribimos, No debemos estrañar que una alma tan pura y tan humilde hallase delante del Señor tal aceptacion, que sus oraciones fuesen oidas en los momentos de alguna grande amargura: su condiscípulo que lo acompañó en el lance referido, atribuye á sus ruegos, y á la eficacia de sus súplicas el caso que él mismo refiere, y de que fue testigo. Yendo embarcado con el V. P.:se suscitó de ronto'. una borrasca de aires furiosísimos, de modo que se dobló la vela; y todos temian un desastre: en este apu- ro el V. P. Salvador'se hinca: de rodillas, y se pone en oración : á los pocos momentos de estar clamando al Se- ñior, la tormenta se sosiega, y todos quedaron consolados y llenos de alegria. No sabe el citado P. Montejaque si fue en este mismo viage ó en otro, cuando advirtieron á media noche que el V. P, Salvador habia desaparecido de entre los que iban en el barco. Habiéndolo echado menos su compañero pregunta por él 'al Patron, lo buscan con cui- dado; y recelosos porque no parecia, advirtieron enmedio de la oscuridad que se entreveia un bulto encima de la cubierta; van allá, y se encuentran al -V. P, 4 la incle- inencia' de los aires, hincado de rodillas, con el capucho echado: y haciendo oracion: lo dejaron y se fueron edifi- cados de verlo. Era barco que llevaba mucha gente, y él húyendo de la concurrencia se habia retirado hácia aquel sitio á sus acostumbrados ejercicios. Estos son los casos que hemos averiguado, acaecidos en los tiempos de sus Ordenes. La devocion con que recibió estas, el modo conque acrisolaba su alma para disponerse á ellas facil- mente se pueden inferir.

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