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A | 0 A Pe Mos oc 22 fieren de él cosas de la mayor edificacion. Sucede entre nosotros, y lo mismo entre todos los demas regulares, que la recepcion de los Ordenes Sagrados pende no precisa. mente de la voluntad del súbdito, ni-de su edad y capa= cidad , sino de la discrecion y voluntad de los superio. res que mandan á sus Religiosos vayan á Ordenes cuando lo tienen á bien. Asi sucedió á nuestro V. P. A poco de haber profesado comenzó á recibir los Ordenes consecuti- vamente. En el dia 24 de Setiembre del mismo año en que profesó, que fue el de 1791, recibió en Sanlucar las rimeras Ordenes de mano del Escmo. é Ilmo. Sr. D. IIl- defonso Marcos Llanes y Argúelles, Arzobispo de Sevilla, digno por sus amables prendas de eterna memoria. Las demas Jas tómó en Sevilla sin dilación ni demora, pues las del Sacerdocio las recibió en las de Pasion del siguien- te año. En una de estas ocasiones en que salió de Jerez para ordenarse en Sevilla, sucedió que al salir del Convento dió órden el P. Guardian á su compañero, que lo era en aquella ocasion su condiscípulo el R, P. Fr. Antonio Ra- fael de Montejaque, que si llegaba el barco (pues se em- barcaban en Sanlucar) despues de las oraciones á Sevilla, de ningun modo se fuesen al Convento por la gran dis- tancia que hay desde el rio 4 Capuchinos, y porque po- dia acaecerles á deshoras algun quebranto , en razon del desamparo que ofrecen los muros y sus inmediaciones en oscureciendo, mas que pasasen la noche en casa del V. P. Sucede pues, que efectivamente cuando los dos Colegiales saltaron en tierra, era ya bien entrada la noche. Entonces el compañero dijo al V. P. la órden que tenia de su Prela- do, para que llegando despues de Aye Marias, no fuesen: al Convento, sino á su“casa que estaba alli próxima al rio, ¡Qué sentiria el corazon de este Justo en aquella oca- sion! ¡Cual seria su quebranto y su amargura! El que venia resuelto á irse en derechura á su claustro, sin hacer caso de su casa para nada, como si tal familia ni madre