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ie lós argumentos” y> réplicas Ú instancias” que le hacian como viese podia hacerlo. No obstante que segun la confesion: de sus mismos condiscípulos tenia el mejor in» genio, de los trece Colegiales que eran, siempre busca= ba el ocultar sus luces para que no lo apreciasen. (1) Sus demas virtudes como fundadas sobre tan firme y sólido cimiento eran pasmosas. Su obediencia al R. P; Lector llegó á tocar los grados de heróica. Un dia es- tando bañándose sus condiscípulos en el estanque que tiene la huerta de nuestro Convento, él estaba con su acostumbrada modestia á un lado, su Lector le dice, ¿y V. C, por qué no se baña comolos demas? Padre, respondió humildemente el P. Salvador, porque no tengo esa costumbre : pues báñese, le replicó con en- iereza. Apenas oye esta espresion cuando sin detenerse un momento se arroja al estanque vestido como esta- ba sin aguardar á despojarse del santo hábito. En se- guida le reprenden con vigor porque habia hecho aque- lla accion, y logra de este modo dos triunfos de sí mis- mo, el primero obedeciendo al momento y sufriendo la incomodidad de arrojarse al baño con el hábito, el segundo tolerando sin réplica la reprension quese le hace. (2) Su pobreza en el tiempo de Colegial era tanta, que para sí buscaba lo peor, lo mas desechado, lo que na- da valia. Su celda se podia llamar el Palacio de la pobreza. No cabia mas escasez que la que alli se ad- vertia, solo abundaban los trapos y los deshechos de los religiosos, qne encontrándolos tirados al muladar los reco= gia, por el celo con que miraba á la virtud santa de la pobreza. En una ocasion un condiscípulo suyo le sa- có de la celda cuantos hilachos y pedacillos de sayal habia encontrado en mucho tiempo. Los tenia detras de la puerta por si acaso podian servir en alguna oca- (1) Su condisc. el P. Sant. N. 11. de su relacion. . (2) Asi lo ha manifestado un condiscípulo suyo el P. Fr. Felipe de la Higuera á los re- ligiosos de la Comunidad de Marchena. TS
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