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16 sonraba el caracter Capuchino, que auque pobrísimo, es apesar de su pobreza el modelo de la limpieza y del aseo. (1) ¡Que de vericimientóos no tendria que hacer nuestro Venerable, para reducirse á aquel estado por amor de su Dios! Un hombre tan primoroso, un jó- ven que llamó la atencion en cuantos estrados visitó por lo aseado y primoroso de su ropa ¡hacer esto! ¡y en tanta publicidad ! ¡sufriendo y sabiendo que iba á su- frir_ tantos desprecios! O lo que puede la gracia triun- fadora! Si leemos las vidas de los Santos, veremos los ar- tificios que usaron para buscar los desprecios , unos fin- giéndose locos, otros haciendo- cosas que ponian en ri- dículo su virtud, y otros ocultándose de otra manera. A David se le cae la saliba en el Palacio del Rey de Geht, llamado Achis (2) y hace halli el papel de ton= to. S, Felipe Neri y S. Felix de Gantalicio se propo= nen hacer en la publica plaza de Roma acciones nada conformes con su virtud, para que el mundo los tuvie- se por insensatos. S. Juan de Dios fingió haber perdi- do el juicio 'en las calles de Granada con sus saltos y ademanes, de modo que, seguido de muchachos, tuvie- ron' que encerrarlo en la casa destinada para los de- mentes. Esta practica de buscar los desprecios del mun- do, supone una virtud agigantada y varonil, y esta es la que debemos reconocer en el V, P. Salvador por este hecho. De esta clase de hechos está sembrada toda su vi- da. El V. P. no discurria otra cosa con mas empeño que el 'modo con que seria desconocido. Siempre se con- sideraba el último de sus condiscípulos, y como el sier= vo de todos ellos. Nunca manifestaba sus talentos, án- tes hacia cuanto le era posible para que le tuviesen por de cortos alcances, y consiguiente á esta resolución, cuando defendia en la clase alguna cuestion cedia á (1) Nota. Este hecho lo oyó el mismo A. á su condiscíipulo el P. Fr, Felipe de la Hi- guera que fue testigo de él. (2) $. Reg. £1. 13.

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