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TERCER CUADERNO DE LA VIDA DEL PADRE VERITA. A gradecido al favor que el Altísimo le habia dispen= sado sacíndolo de su casa y familia, cuando él menos lo imaginaba, no podia acordarse de este dia de su profe- sion sin ternura. Este dia fue para él tan memorable, como el de la salida de Egipto lo habia sido para el pueblo del Señor. Preguntando uno que trataba de ha= cerse Religioso á cierto Padre de los desiertos (1) ¿Como viviria despues que hubiese profesado el instituto monas cal? le contestó: ,,mira cual eras.en el dia de tu consagras «cion á Dios, y vive siempre de la misma'manera. Esto es; considera el estado en que se hallaba tu voluntad, :en » “quel primer día en que resolviste ser todo de Dios: ¡Qué , humilde eras entonces! ¡Qué dispuesto á obedecer á todas las cosas por ásperas que te pareciesen, aunque fuesen las mas despreciables! ¡Qué sufrido cuándo te corregian, »Y cuando te se ofrecia alguna penuria ó escasez, Ó cuan- ¿»do padecias algun quebranto! ¡Qué vergonzoso y timora- ¿pto? ¡Qué diligente en enmendar tu yida, y recuperar los dias que perdiste en el siglo! ¡Qué poco ruidabas de los ¿Negocios del mundo, sin buscar ni inquirir lo que suce= «día, ni referirlo á otros! No atendias á las cosas que dis» traen el ánimo de su Dios, ni te ocupabas en cosas cu- yriosas. Acuérdate como huiste y despreciaste todos los aifectos carnales, y te ofreciste al Señor holocausto vivo, stodo entero, para que nada en adelante yiviese en tí con (2) Ap. 5. Buenar. ibi. tc. 4,

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