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47 caballero; un comerciante, un macstro en Artes, un poe- ta gracioso; es sí un humilde Capuchino, un pobre, un penitente Religioso: ya se acabaron aquellas telas de se- da, aquel primor, aquella finura; en lugar de todo esio va á aparecer en él un desaliño estudiado, un aspecto de desdicha y de miseria; pero si se observa bien al pie del altar endonde se halla, se verán en su mortificado r0$- tro todas las señales mas espresivas de aquel gozo. santo, de aquella dulce y amable tranquilidad, de aquella ter- nura que es sobre todo lo que .el mundo puede dar de mas lisonjero. ¡Qué lágrimas tan preciosas mojan sus ve- nerables mejillas! ¡Qué ademan tan espresivo se advier- te en todo él! Parece que le está diciendo á Jesucristo en aquella hora aquellas encendidas palabras del grande $. Paulino : Tengan para sí enhorabuena los Reyes sus reinos, los ricos sus riquezas, para mi no hay otra gloria ni otras dichas que mi Crucificado Redentor. (1) ¡Ya no hay que nombrarle el rico patrimonio que abandona, ni las co- modidades de su casa, porque- todo esto y mucho mas que tuyiese lo ha renunciado tan genrosamente, que ya todo lo terreno es para este fervoroso jóven compo el polvo que se pisa con los pies, y como el estiercol que se arroja al muladar. Desde este dia como el diligente peregrino que ha- biendo pasado la noche en un profundo sueño, cuando despierta ve al sol en la mitad de su carrera; y sin de- tenerse sale de la posada, apresura el paso, y en nada se distrae ansioso de hacer su jornada en la parte del dia que le resta: asi este muevo Capuchino. Ya tenia mas de veinte años cuando hizo su solemne profesion. Sus primeros y mas alegres dias se le pasaron con la rapi- dez con que pasan los momentos mientras se duerme. El abre los ojos, y advierte que cuando otrosjóvenes comien- zan á vivir para Dios, por lo temprano con que amane- (1) $. Paulin. 2p. Lig. in Si bello Sacerdos p..135-

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