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o 46 parece no podia bajarse mas, ya en el conocimientó que tenia de su miseria, y ya en el placer con que recibia todas las humillaciones que practican los novia cios. Su amor á Dios, su caridad con el prógimo, su pobreza, y por último todas las virtudes que plantó en su alma durante el noviciado fueron tan sólidas co. mo veremos con admiracion en adelante;-su espíritu estaba perfumado con todos estos preciosos aromas, dé tal modo que podia entrar ya en el tálamo del Es- poso celestial por medio de la profesion religiosa. Este momento lo esperaba con ansia y suspiraba por sacrificarse á sí mismo sobre el Altar Santo, como purísimo holocausto, de tal manera y tan absolutamen- te que nada le quedase del viejo hombre: lo espera- ban tambien los Angeles Santos para presentar delañi te del trono unos votos que acabando con cuanto hay de mas precioso en la naturaleza, son los aromas mas exquisitos que ellos presentan á la Divinidad. Lo esperaban tambien los religiosos, porque preveian los frutos de edificacion y de ejemplo que habian de seguir. se al cláustro Capuchino y al siglo mismo. Llegó por último el dia 6 de Enero de 1791, y ha- biéndose reunido su familia, y mucho concurso, como cuando su toma de hábito, he aqui qué se presenta el hermano Fr. Salvador con el rostro pálido por las peni- tencias, y desfigurado con la barba, sus ojos humildísi- mos, y todo él predicando penitencia. Alli á la presencia de los Cielos que se complacian mas de éste sacrificio que de cuantos se vieron entre magníficos aparatos en el tem- plo de Jerusalen : alli delante del mundo que se admira- ba, de su familia que derramaba lágrimas de ternura, de los Religiosos que tomaban él mayor interés en el sacri- ficio, hizo su profesion solemne en las manos del Sacef= dote; ya espiró la víctima; ya se acabó D. Joaquin Gara- vallo y Pera, ya desapareció del teatro del siglo, aquel que antes tanto los alegraba á todos; ya no esel queera; un

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