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e en todo lugar audaba en presencia de Dios (que es la oracion mas útil y provechosa), se veía su bendita alma adornada del coro vistoso de todas las virtudes. Allí la humildad, allí la caridad, allí la paciencia, allí la mansedumbre, allí la pruden- cia, alli la castidad, con todas las demás virtudes con que iba dejando por cualquiera parte, así á religiosos como á seculares, un ejemplar vivo de santidad y perfeccion. ? 8. Tenia muy presente para su imitacion aque- lla sentencia de San Gregorio, que dice (1): Debe el pastor medir con la altwra de su dignidad, el res- plandor de su conversacion. Solo con veral siervo de Dios, edificaba: ni era menester que predicase, para mover aun el ánimo mas distraido al ejerci- cio de las virtudes: su vista sola era el mas elo- cuentes sermon, que persuadia el camino recto de la vida eterna. La suavidad y dulzura era el carác- ter propio de su génio. Tenia observadas hácia es- te punto las máximas de los prelados mas ilustres, en cuyo gobierno floreció la suavidad y al pié de ella . la perfeccion. Revolvía el ejemplar de S. Bernar- do, que mudó en rosas las espinas de su primera severidad y las flores en miel, de que dejó bañados sus escritos, y mucho mas el corazon de sus súb- ditos. Reconoció atentamente la vida admirable- de San Anselmo; y entre las luces de su misma sa- biduría, miraba la benignidad como fondo de aque! precioso resplandor. En todas las pláticas que ha- cia á los prelados y cartas que les escribia, reco- (1) S, Greg. lib, 4. cap, 1. in lib. 1. Reg. cap. 10.

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