BCCPAM000527-5-29000000000000

ct * nia sus operaciones, de suerte que nunca los here- jes hallasen en ellas que notar, aunque con suma diligencia y solicitud, las inquirian yexaminaban. Cuando los reprendia el varon santo de sus malas costumbres y vicios, procuraba disculparlos, im- putándolos mas á su falsa doctrina que á su vo- luntad depravada. Guiado de estas máximas cari- tativas, y no usando en los sermones de sátiras ni invectivas, que pudiese exasperarlos, sino solo de textos sagrados de la Escritura y razones sólidas que pudiese convertirlos, se hacia dueño de sus voluntades y abria camino al entendimiento, para que entrasen en él las luces de la fé católica, der- ramando sobre los corazones de todos gracia, dul- zara, compuncion y ternura, con un aborrecimien- to grande de las culpas. Eran crecidísimos los concursos de los herejes, que iban á oir el siervo de Dios, y á proporcion era admirable el número de los convertidos; y aun que los maestros y pre- dicantes llevaban á mal, que le oyesen sus discí- pulos, desacreditándole en cuanto podian, no por eso dejaban de ir á oirle, confesando públicamen- te, que las palabras del capuchino y sus razones eran mucho mas convincentes que las de sus pre- dicantes; añadiendo, que su vida y costumbres eran mas ejemplares que las de sus maestros; pues cuando estos les persuadian el camino de la vida eterna, se precipitaban en un abismo de vicios y maldades, destruyendo con las obras, lo que pre- dicaban con las palabras. Y para convencer mejor los errores de los herejes, escribió el siervo de Dios varios tratados, llenos de doctrina, en que

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz