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> <= MS San Juan de Letran, y saludándole con el mayor respecto y veneracion, le dieron la bienvenida, asegurándole seria para todos de mucho consuelo, y á otro dia muy temprano fueron al convento los maestros y principales rabinos en nombre toda de la Sinagoga á darle la bienvenida, suplicándole se sirviese ir á verlos, porque en ello tendrian singu- lar consuelo. Hízolo el varon santo, saludando á todos con mucho amor y caridad, dando gracias á Dios por el gran fruto, que años antes habia hecho en aquella Sinagoga (1). 1 13. No era inferior el fruto que sacaba de los fieles. Predicando en Nápoles el siervo de Dios una Cuaresma, atrajo de suerte á aquella populosa ciudad con la suavidad de su voz y facundia de estilo, que apénas hubo dia en que los concur- sos no le obligasen á subir dos veces al púlpito; y apenas hubo persona de todas las que le oyeron, que no reformase su vida, con universal aprove- chamiento y admiracion comun. Es la ciudad de Nápoles uno como ameno jardin, y paraiso de de- leites, que sin sentir atrae á ella aun las volunta- des mas corregidas (mísera propension de toda . poblacion populosa y grande, en que con mayor li- -——bertad y desórden reinan ellujo, la torpeza y otros vicios). Nada de esto pudo prevalecer contra la ar- diente predicación de Brindis, con que propicio el cielo hácia aquellos moradores, declaró sangrienta guerra á sus escandalosos excesos, sin quedar en ellos posibilidad para resistirla. La principal ar- ¡Suma fol. 65,

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