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= YE una letra, aun de aquellos Autores más antiguos y raros entre los hebreos, y de que aun no tenian noticia alguna, declarando de qué Sinagoga habian sido, el tiempo en que escribieron, la materia que trataron, el mérito de sus obras, con otras señas tan claras, que aturdidos aquellos maestros, no sabian qué replicar. Para eludir las autoridades de los escritores, que traian estudiadas, alegaba la crí- tica que de ellos hacian otros autores de su mis- ma nacion hebrea, mostrando la ninguna fé que se merecian. Citaba las ediciones de la Biblia he- brea, declarando cuales eran genuinas, y cuáles estaban viciadas; y tomando de las mejores y mas claras fuentes sus argumentos, los proponia con tanta claridad, que confundidos y avergonzados, dejaron la disputa, confesando, que aquel era más que hombre. Fué grande el gozo de todos los cató- licos, y mucho más del Cardenal Legado, que de allí adelante miraba al siervo de Dios como á un portento de sabiduría. Duró esta disputa muchas horas; y aunque de una y otra parte se sostuvo con el mayor empeño, nunca se notó en el B. Lorenzo la menor señal de vanidad ni desprecio; antes bien, trataba á sus contrarios con toda urbanidad y aprecio, ganando así las voluntades de muchos, que adelante se convirtieron á la fé de Jesucristo. Y este fué el medio de que se valió siempre para la conversion de estos míseros hebreos, y por esto le estimaban tanto al siervo de Dios, como lo die- ron á entender muchas veces, particularmente en Roma, pues habiendo vuelto de Alemania, le en- contraron algunos de los principales hebreos en