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— YE aquel elogio, que se imprimió despues de su muer- te en la exposicion, que dejó trabajada sobre las epístolas apostólicas (1): 4gu? hallarás, oh lector (dice) declaradas muchas cosas, que hasta ahora nin- guno ha tocado; y explicadas otras, que hasta el día de hoy han estado ocultas. Esto se dice en alabanza de aquel insigne expositor capuchino. Y no solo leyó á este expositor nuestro Lorenzo, sino que leyó en el discurso del tiempo todos los exposito= res y santos padres, que parece cosa increible, á no afirmarlo así los historiadores. 4. No fué inferior la aplicacion del siervo de Dios á la teología dogmática. Le habia escogido el cielo para Martillo de los herejes, renombre que le adquirió su celo; y así le adornó de todas aquellas prendas y cualidades que son precisas para tan difícil empresa. Tomó por norte de estas luchas al célebre- cardenal Belarmino en sus nunca bien alabadas controversias: de aquí sacaba el siervo de Dios aquellos fuertes argumentos, con que tra- jo al gremio de la Iglesia tantos herejes, como ve- remos despues. Para facilitar mas las empresas grandes, á que el cielo le habia destinado, le ador- nó, ó con el dón de lenguas, ó con una facilidad suma para aprenderlas. Supo con toda perfeccion, no solo la lengua italiana y latina, sino la alema- na,la francesa,la española, la griega, la caldea, la siríaca y la hebrea, hablando cada una de ellas (1) Multa bic invenies, Lector, eruta, quee bactenus attigit nemo: multa egplicata, quee in hune diem usque obscuriora sunt visa. Apud Bibliothecam Capuccinor. verbo Franciscus Titelman. A de sa cs

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