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e la cerca de aceite, á recoger la limosna que el pa- dre solia darle. Mas viendo Fr. Valentin la gran tribulacion que sufrian tan buenos y caritativos padres se conmovió y les dijo: «Ea, tranquilizaos, tened fé en el Beato Lorenzo de Brindis, suplicad- le como ya os lo he dicho otras veces: y Él que obra tantos milagros os obtendrá la curacion de vuestro tierno hijo; traedle á nuestra Iglesia á fin de, que el sacristan santigite su rodilla enferma y obtendreis, no lo dudeis, la gracia que deseais.» Así lo hicieron, y la madre y una tia, á principios de Noviembre, lo presentaron á la iglesia de la In- maculada Concepcion de Padres Capuchinos, y tan luego como el padre sacristan puso en la rodilla enferma una reliquia del Beato Lorenzo, obróse el milagro, pues al llegar á su casa y al querer desa- tar los vendajes para curarle, vieron con gran ad- miracion y asombro que habia desaparecido la hinchazon, y que la parte enferma estaba en su estado natural, quedando solamente las cicatrices de tres agujeros cubiertos de piel de color rosado. 4. Esta curacion fué instantánea, y despues nunca jamás padeció el niño Pedro Pablo dolor alguno ni en la parte enferma, ni otro semejante durante su vida, caminando suelto y expedito, tanto que cuando se hizo el proceso, y él tenia siete años de edad, obtuvo una plaza de monacillo en la Basílica de S. Pedro del Vaticano. Todo lo cual afirman unánimemente el niño, los padres, los médicos que le asistieron, los religio- sos, seglares, parientes y conocidos que le vieron enfermo.—

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