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o OD oo pues de examinar al doliente, no conoció la índo- le del tumor; no obstante mandó que le aplicasen algunos paliativos, confiando que con ellos tal vez se resolveria. Mas no fué así, sinó que se agravó mucho más: en la segunda visita que le hizo notó que la hinchazon se habia estendido desde el prin- cipio del fémur hasta la rótula y tocándole lige- ramente la parte lesionada, le pareció que se habia formado un abceso, y para procurar la supura- cion ordenó que le aplicasen un emplastro de mi- gas de pan con leche y malvas, pero si bien vino la supuracion, no obstante el tumor habia crecido mucho más y presentaba suma gravedad. El doctor Austini que tambien visitó al enfermo fué de pare- cer que el tumor no solo ocupaba la parte anterior «de la rodilla sino tambien las partes laterales y adyacentes, presentando un color rojo oscuro y supurando bajo la celular unas materias corrum= * pidas que se internaban profundamente. En vista, pues, de esta gravedad, aconsejó que se le operara y se le hiciera la incision; el Cirujano Giustí opi- nó lo mismo. Mas este al operarle, notó que del tumor salia una gran cantidad de humores putri- dos sanguinolentos, que lejos de aliviar al pacien- te le agravaron de tal manera que no pudo menos de manifestar á sus padres, que temia un funesto re- sultado para su hijo, ya por la duracion de la enfer- medad, ya porque los humores corrompidos produ- cirian la cáries en el hueso, lo cual así sucedió, 'abriendo nuevo: agujeros 'dosá la parte interna, allí donde se habia hecho la incision, y dos en la parte externa sobre el dorso de la testa del fémur. Y

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