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E di de perfeccion, le proponiaá los demás novicios (como San Benito á San Mauro) por dechado y mo- delo de todas las virtudes. | j 10. Pero comono hay cosa estable en esta vida, sucedió para ejercicio de la paciencia del virtuoso novicio, que poco despues de haber tomado el há- bito, le asaltó un tan fuerte dolor de estómago, motivado de sus grandes mortificaciones y peni- tencias, que le era causa de mucho mérito, zo- zobrando entre mil temores el deseo de profesar. Era tan tenaz este achaque, queno le dejaba noche y dia sin permitir tregua á su descanso; pero de noche era cuando mas le afligia, añadiendo á su constancia duplicadas coronas. Aunque era fortísi- mo el dolor, capaz de rendir al mas gigante, era superior su generoso espíritu; y así nunca faltaba al coro, á la oracion y disciplina: ayunaba, dor- mia sobre unas tablas, servia á los enfermos, hacia sus oficinas, cumpliendo perfectamente con todo el rigor de la vida de un novicio capuchino, que, aunque haya la salud mas robusta, no suele bastar á tanto peso. Premiábale Dios su fervor, permi- tiendo que, cuando se hallaba mas fatigado en el cumplimiento de su obligacion, sintiese una dul- zura tan soberana, que le hacia olvidar todos los dolores. Disimulaba el bendito jóven; pero la pali- dez de su rostro publicaba lo que su fervor preten- dia ocultar. Conocieron los padres la enfermedad del novicio, y temiendo prudentemente en la te- nacidad del achaque no pasase á ser habitual, y de por vida, quedando inhábil para llevar el rigor del Instituto capuchino, trataron seriamente sobre ul E, E

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