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2 siempre mantuvo aquella hermosura de rostroy vivacidad de espíritu que tenia en su juventud. Así lo demuestra una pintura original de la sierva de Dios, que tienen las madres en el panteon. Esta pintura la mandó hacer su padre y dió á las reli. giosas para que la guardasen. Sintiólo mucho la sierva de Dios cuando la vió y para no desagradará su padre y mortificar la vanidad propia, mandó po- ner en la mano una custodia con el Sacramento, co- mo pintan á Santa Clara, para que los que la vean, adoren en ella á la santa madre y no quedase noticia suya. He visto esta pintura: es de medio cuerpo y se representa en ella no solo la hermosura del cuerpo, sino que tambien parece se traslucen los dotes de aquella grande alma. Los huesos y reli- quias conservan las madres con mucha decencia en una arca en el panteon en el hueco de un altar: he tenido el consuelo de verlos. Hasta aquí he to- cado brevemente parte de lo mucho que pudiera decir de esta sierva de Dios. El que quisiere saber mayores noticias de esta esclarecida vírgen (Ra- ma ilustrísima de la excelentísima casa de los marqueses de Villafranca), lea el tomo III de la crónica seráfica ya citada, donde se pone la vida por extenso. Allí se hallarán tambien las vidas de otras muchas religiosas de este santo convento, que han florecido con singular fama de santidad desde el principio; y pudieran escribirse ahora muchas mas y aun no pocas de las que hoy viven; pues sin ponderacion ni lisonja alguna, es este santo convento de la Anunciada uno de los mayo- res relicarios de santidad que hay en la Orden se-

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