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a A «Y luego volvió á decir su señoría para confirma- «cion de su santidad del dicho santo padre Fr. Lo- «renzo de Brindis, que á su señoría le ha sucedido «muchas y diversas veces, considerando tenia en «su santo convento su cuerpo, reverenciarle y te- «nerle como á cosa sagrada y divina. Y conside- «rando este pensamiento con otra religiosa grave «del dich:o convento, respondió, que á ella le su- «cedia en su pecho y corazon, el mismo movimien- «to, veneracion y respeto. Y en todo se ratificó su «señoría y lo firmó.—Sor María de la Trinidad, «Abadesa.» 18. Hasta aquí la sierva de Dios, en que se vé el gran concepto que habia formado de la santi- dad de nuestro beato Lorenzo y lo mucho que le veneraba. Y parece, que fijando con expresion los - ojos en las corrientes de los tiempos y de los suce- sos futuros, alcanzó á ver el dia festivo que hoy celebramos, de verle ya en los altares á la pública veneracion. Ultimamente, habiendo sido la vida de esta nobilísima virgen adornada de todo géne- ro de virtudes, esclarecida en prodigios y mila- gros, señalada con todos aquellos dotes que califi- can á una persona por ilustre y grande para con Dios, dió su espíritu al Señor el dia 15 de Noviem- bre del año de 1631, á los cincuenta años de su edad. Fué muy sentida y llorada su muerte, no solo en Villafranca, sino en toda la provincia. Se enterró junto al sepulero del siervo de Dios, para que aun la muerte no la separase de su amado san- to. Aunque fué tan penitente y afligió su virginal cuerpo con rigurosos ayunos, cilicios y disciplinas,

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