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= UN vida de nuestra sierva de Dios, á quien puso el Señor por firme base y fundamento de toda perfec- cion, y con la misma observancia y rigor de vida se mantiene en el dia, sin haber decaido un punto de su primitivo rigor, siendo no pequeño los may- tines á media noche, comer de viernes y ayunar todo el año, dormir en una tarima: no desnudarse jamás el hábito, ni aun para morir, con otras pe- nalidades y rigores muy grandes. Y volviendo á registrar la inculpable vida de nuestra noble sier- va de Dios doña María de Toledo, ahora Sor María de la Trinidad, tenia solos veinte y cinco años cuando tomó el hábito en la Anunciada y es de admirar las virtudes con que resplandeció, aun en lo mas florido de su edad. Era tan penitente y mor- tificada, que fué preciso que sus prelados y con- fesores mitigasen los rigores de su vida, para que no acabase con ella, poniendo tasa á sus fervores. “En la obediencia fué muy rendida, en la pobreza muy exacta, en la castidad muy pura, en la cari- dad ardiente, en la observancia pronta, en la de- vocion fervorosa, en el silencio exacta y en la oracion frecuente. Pero aunque esta noble sierva de Dios fué grande en todas las virtudes, dicen los historiadores, que en la humildad fué excelentísi- ma, repulándose por la mas vil y baja de todas las criaturas; de suerte, que nada tenia menos, ni apreciaba menos, que la nobleza de su sangre. Fué de una elevadísima contemplacion, en que consi- guió del cielo favores muy singulares. Tuvo dón de profecía y obró Dios por su intercesion muchos milagros, como se pueden ver en la historia. La

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