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Epa a y EN hechaba á menos el ejemplo y compañía de su san- ta tia, pero se consolaba con tener alguna vez carta suya, no obstante la estrecha prohibicion de su dre. Permanecia en sus fervores de ser religiosa, pero no hallaba modo para ello, porel gran encier- ro en que se hallaba. Llegó ya el tiempo en que su tia habia ya fundado con autoridad apostólica en Villafranca, el convento de la Laura de Dominicas descalzas; y con su aprobacion emprendió la san- ta doncella un arrojo de pocos imitado. Determinó hacer fuga una noche del castillo; y consultándolo con dos criadas de confianza no hallando otro mo- do, hicieron de las sábanas unas tiras y atándolas - állas rejas de un corredor, (que aun permanece y he visto, no sin recuerdos piadosos) en lo mas pro- fundo de la noche, atropellando mil inconvenien= tes y escollos, se descolgaron primero las criadas y despues la sierva de Dios; pero desgraciadamen- te, porque rompiéndose la sábana, dió un gran golpe, de que tuvo que padecer toda su vida. 7. Quisiera hacer aquí una pintura de la altura y sitio fragoso por donde se descolgó la sierva de Dios, como tambien la rara situacion de esta for- taleza, que por todas partes se mira casi inacce- sible; pero solo el que lo haya” visto podrá formar idea cabal de su eminencia; basta decir que aun de dia y tomando con mucho cuidado las sendas * torcidas que hay que subir, apenas puede librarse de caer en un profundo despeñadero. El camino para Villafranca es tambien muy escabroso y des- igual, lleno de matorrales espesos, malezas y pan- tanos; y como era de noche y no sabian el camino,
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