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6 — 459 — * 3 biéndola dado una enfermedad, despues que sa- nó de ella, la sacaron sus padres y la llevaron á un lugar cerca de Villafranca, llamado Carrace- delo, aunque sin ninguna inclinacion al estado religioso. Los que sabian la profecía de Sor Isa- bel Teresa, al ver tantas inconsecuencias, des- confiaban de ella; pero decia, con la certeza que tenia de la verdad: No se cansen, que ha de ser monja de la Anunciada: ella vendrá. En Carra- cedelo la dieron unas cuartanas malignas; y no habiendo otro remedio, su madre la aplicó con mucha fé un pedacito del hábito del beato Loren- zo, y rezando un Padre nuestro y una Ave María, arrojó un gran vómito de materias pestíferas, con que sanó, y nunca le han vuelto las tercianas. Con este favor recibido por intercesion del beato Lo- renzo, le vino tambien un deseo grande de ser re- ligiosa en la Anunciada y vivir agradecida al san- to. Recelando sus padres fuese alguna veleidad, como las antecedentes, no querian darla crédito; pero viendo su constancia, determinaron hacer las diligencias, aunque con alguna desconfianza. Escribieron una carta á la Abadesa de la Anun- ciada, suplicando recibiesen á su hija Clara, que lo pedia con mucha instancia. A este tiempo vie- ron las religiosas una nube de extraordinaria her- mosura sobre el convento, y Sor Isabel dijo, Xsta es mi Clarita que viene d ser monja. Al otro dia lle- gó el propio con la carta: y habiéndola recibido, profesó con el nombre de Sor Clara del Santísimo Sacramento, y hoy vive, y se lo he oido delante de la santa comunidad.
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