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is carbones encendidos, de suerte que se abrasó el ojo y tenia el pellejo tostado y arrugado todo. Ha- llóse presente Sor Catalina de Sta. Rosa muy devo- ta del beato Lorenzo y tomando á la novicia de la mano, la llevó á su sepulcro; y haciendo oracion sintió mejoría; y aunque por algunos dias tuvo bastantes dolores, quedó sana perfectamente y sin lesion alguna. En otra ocasion esta misma religio- sa pesando en un peso de garfios, se soltó loque pesaba y teniendo al otro lado una pesa de media arroba, se levantó el peso de repente y se le entró el garfio por el ojo izquierdo cogiendo las dos pes- tañas de arriba abajo y saliendo el garfio por en- cima de la ceja. Empezó á gritar con el dolor que se deja discurrir, llamando en su ayuda al padre Brindis. Acudieron á los gritos las religiosas y pas- madas de lo que veian no sabian qué hacerse. Entonces la paciente con un valor admirable lle- na de fé tiró del garfio, y pensando salia el ojo con él, puso la mano y cayó una sola gota de sangre, y aplicándola una reliquia del santo há- bito, quedó sin dolor alguno, ni lesion en el ojo; y solo una señal de color morado en las heri- das, que se desvaneció con el tiempo. Y así es- ta religiosa debe los dos ojos.al siervo de Dios. He oido referir este caso á la misma religiosa de- lante de la santa comunidad y he visto el garfio, que atravesó el ojo. No habrá quien no diga, que este fué un prodigio grande y de aquellos que me- recen la primera atencion; pero no habiendo he- cho aquellas diligencias, que se requieren para su aprobacion, se ha quedado como otros muchos

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