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o bc cina. Llegó á tal extremo, que parecia iba á espirar y su figura era un cadáver yerto y sin espíritu. Vi. sitando un dia entre otros el sepulcro del santo, sacando un suspiro de loíntimo de su afligido COra- zon, dijo: Santo mio, ¿qué es esto? A todos oisy favo- receis y ¿mi sola me dejais? Al decir esto,sintió una novedad grande en su cuerpo, y en su espíritu una extraordinaria alegría: anuncio sin duda de su per- fecta sanidad; porque de allí adelante no padeció mas aquella enfermedad y en breves dias recuperó las fuerzas, mudando de color y aspecto. 11. Sor Isabel de Sto. Domingo se hallaba muy enferma de un accidente de perlesía y encomen- dándola al santo las demás religiosas, porque ella no podia por su debilidad, cobró salud perfecta. 12. Sor Pascuala de S. Diego sanó de unas ter- cianas malignas invocando al santo varon. 13. Cierta religiosa del mismo convento de la Anunciada, cuyo nombre calla la historia, hallán- dose combatida de una tentacion vehementísima, sin hallar remedio en lo humano, acudió al divino por los ruegos del beato Lorenzo, y le halló pronto y huyeron las tentaciones. Á otras muchas religio- sas ha sucedido lo mismo. 14. Ni solo con las antiguas se ha mostrado benéfico y liberal el siervo de Dios, sino tambien con las que hoy viven; de que solo referiré dos ca- sos. Sor Ana María de S. José, que aun vive siendo novicia, estando en la cocina atizando el fuego, se le metió una ascua encendida por el ojo derecho. Con el dolor tan grande que recibió sin libertad, ni saber lo que se hacia, se apretó con la mano los

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