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7 2 virtud. Sor Dorotea, monja profesa del dicho con- vento, enfermó gravemente el año de 1757. Aconse- járonla, que se aplicase el manto del beato Loren- zo; pero llena de miedo, acaso por no hallar el fa- llo de su muerte, no queria: pero agravándose la enfermedad la deshauciaron los médicos. Viéndose ya en este estado, permitió que se le aplicasen, y luego empezó á sudar y quedó sana. Lo mismo, y en iguales circunstancias sucedió á Sor Clorinda el año de 1762. Fuera del convento experimentó el mismo favor D. Vicente Saboli, vecino de Agno- ne. Se hallaba desahuciado de los médicos, sus miembros frios, y ya casi cadavérico. Así pasó dos dias con admiracion de todos. Aplicáronle el man- to, y luego se conoció algun calor, y poco á poco fué rompiendo en sudor, con que se puso bueno. Omitimos otros muchos milagros que obró el Se- ñor por su siervo en Venecia, en Milan, en Vicen- za, en Borna-Regia, en Verona, en Borgo-Desio, en Génova, en Viena, en Praga, en Cracovia y otras muchas ciudades de Italia y de Alemania; y vi- niendo á nuestra España formaremos el capítulo siguiente. CAPÍTULO XXV. Milagros que ha obrado el siervo de Dios en Villafranca del Bierzo, donde está su sagrado cuerpo. 1. Si hubiésemos de escribir esta historia solo para los incrédulos y libertinos de estos tiempos, bastarian (y aun sobrarian) los milagros referi-

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