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nm 445. Llegaba á tocar con la copa al cielo y extendido en vistosas ramas, hacia sombra á toda la tierra. Era deleite de los ojos el verdor de sus hojas y sustento de todos los animales que le buscaban el fruto, que en incansable fertilidad producia. Comian con música los que se sentaban á esta fe- cunda mesa, causándola suave al oido Jas canoras aves, que hacian asiento en la amenidad, que ofrecian, ya las hojas, ya los frutos. Pero como en este mundo y desgraciada luz, no tienen las fortunas ni plenitud, ni seguridad; toda esta apa- rente hermosura, que atraía y recreaba las alen- ciones mundanas, se desvaneció en un instante; porque al imperio de una suprema voz, se atre- vióla segur al tronco, á las ramas la division,á las hojas la marchitez y á todo el árbol una fatal y sensible ruina, que causó no comun dolor .al monarca idólatra, que en interna representacion la consideraba. Una circunstancia fué de consue- lo, que de la misma voz, de que se originó la rui- na del árbol, nació la advertencia, de que se con- servase un renuevo de sus raices. No puede haber mas propia estampa del célebre y esclarecido va- ron, cuyos heróicos hechos, cuyas admirables vir- tudes acabamos de referir. Fué su vida árbol ele- vado y fecundo, que extendió en casi todo el orbe las ramas de sus virtudes, doctrina y ejemplo, cuando siendo Ministro General, se comunicó á todas las provincias de la religion en la ocasion de visitarlas y consolarlas con su presencia y cuando en la ocupacion de Legado no una sola vez ejercida, buscó al emperador, reyes y príncipes de la Europa.
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