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os CAPITULO XXI!I. Apariciones del beato Lorenzo de Brindis despues de su dichosa muerte. 1. Deseando los religiosos de Venecia retratar al varon santo, despues que supieron su feliz trán- sito, llamaron á un pintor diestro y dándole todas las señas de su rostro y estatura los religiosos que le habian conocido, nunca pudo sacar un retrato parecido al original; Cansado de trabajar sin fruto se retiróá su casa; y deseando complacer á los Padres, se encomendó muy de veras al varon san to, suplicando le diese luces para retratarle. Es- tando durmiendo, se le apareció el siervo de Dios; y despues de haberle visto muy despacio y con la mayor atencion, se desapareció y á la mañana se fué al convento, y tomando el pincel, goberna- do por aquellas especies vivas, que tenia, en poco tiempo sacó un retrato tan parecido, que no tuvie- ron que poner falta los mismos religiosos, que le ha- bian tratado y conocido, con asombro de todos (1). Por este milagroso retrato se han sacado otros mu- chos, que hay en Roma y en otras ciudades de Italia. y p 2. Hallábase molestado de una terribilísima tentacion Fr. Tomás de Bérgamo, capuchino, pa- reciéndole, que ya estaba condenado al infierno; y apareciéndosele el varon santo, le libró de la (Y Suma fol. 336.
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