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cc A «que he tenido en haberos hospedado en mi casa, «me será de mucha complacencia, el poderos ser- «vir ahora en el socorro de vuestras necesidades. «Decidme con toda confianza, ¿qué puedo yo hacer «para mostrar mi afecto? No os detengais: pedidme, «que en ello recibiré un gran gusto. Y si vais «á Villafranca, visitad á mi hija, que yo la es= «cribiré, para que en mi nombre os atienda y «que nada os falte. Acordaos de mí cuando visi= «teis al santo padre Brindis y señalad mi sepultu- «ra junto á la suya, pues allí me tengo de enterrar. «Quisiera acompañaros y ver á mi amado padre «Fr. Lorenzo; pero por ahora es imposible. Id con «Dios, y perdonad el que no se os haya atendido «como mereceis.» No pudo proseguir de sentimien- to y repitiendo las gracias los compañeros, salie- ron de su palacio para emprender su viaje. | 12. Pero antes que nosotros salgamos de Lis- boa, es preciso referir algunos pasajes propios de este lugar. Como era tan piadoso y timorato nues- tro católico monarca y tenia en tan gran concepto al beato Lorenzo, consta de los historiadores, to- mándolo de los procesos, (1) que en las audiencias que tuvo el varon santo con el rey, este trataba con Lorenzo, no solo los negocios de la embajada, sino tambien las cosas de su conciencia; y se sabe, que el siervo de Dios le fué previniendo con dulzura y prudencia para la muerte, que en lo mejor de su edad le esperaba; y así fué; pues murió de cuaren- la y dos años. Tambien es cierto, que durante la

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