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NN ri «con gran cautela, acompañado de soldados y gen- «te, que lo lleven á esa villa para entregar á su hi. «ja D.* María de Toledo, monja de la Anunciada. «Dichoso convento mil veces y dichosa villa, pues «logra un cuerpo tan santo: bien puede venerar- «le y adorarle como á tal, pues todos le aclama- «ban en vida comoá santo, por los muchos mila- «gros que ha obrado y yo soy testigo de algunos.Y «así doy á V. y á toda Villafranca el parabien de «tan grande fortuna. El santo se llama Fr. Lorenzo «de Brindis, General que fué de los capuchinos.» Hasta aquí el contexto de la carta. Ya se deja co- nocer la conmocion grande que haria esta nove- dad, no solo en Villafranca, sino tambien en los pueblos circunvecinos; pero dejemos ya como en depósito á nuestro beato Lorenzo entre tan santas religiosas, y volvamos á Lisboa con el mismo acom- pañamiento. Pts + 9. Despues que los soldados y demás acompaña- miento descansaron, se pusieron en camino para Lisboa y luego que llegaron, los recibió el marqués con mucho agrado y le contaron á su excelencia muy por menor, cuanto habia ocurrido en el ca- mino, los prodigios que habia obrado en Villafran- ca y como quedaba todo el pueblo conmovido y aun toda la tierra: se alegró infinito su excelencia renovando su afecto y devocion al varon santo. Fué luego á palacio y dió parte á Su Magestad de todo, que lo celebró mucho y no fué poco lo que templó el sentimiento de la muerte del varon san- to, que aun duraba en su noble corazon. Tambien los compañeros del siervo de Dios se alegraron

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