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* — servantes y descalzos; y así, si por autoridad apostólica ú ordinaria se hubiera registrado el sa- grado Cuerpo, (como es regular cuando se pro- mueven las causas de la beatificacion), y se hu- biera hallado, no con hábito capuchino, sino de observante, sin duda hubiera causado una gran confusion y atraso notabilísimo en su causa Ú se hubiera puesto perpétuo silencio, pues todos sa- ben-con qué madurez, peso y delicadeza procede en estas cosas la silla apostólica. Remedióse este yerro con la venida de los compañeros del beato Lorenzo y providencias sábias, que se tomaron despues, como veremos adelante. 8. Entre las cartas que trajo el soldado de que hemos hecho mencion, trajo una, aunque no di- cela historia para quién y la copia á la letra uno de los escritores de la vida de nuestro santo y dice asi (1): «Amigo y Señor: Las novedades que ocur- «ren son tantas, que falta el tiempo para explicar- «las; pero diré algo. Habiendo fallecido en casa del «Excelentísimo Señor, mi señor D. Pedro de Tole- «lo un religioso santo capuchino, que vino por «embajador del reino de Nápoles, son tantos los «prodigios que ha obrado, así en vida, como eh «muerte, que los padres claustrales y observantes «formaron litigio con otros sobre quién habia de senlerrarlo en su iglesia; y mi señor D. Pedro de «Toledo, por haber sido tan amigo suyo, ha dis- «puesto embalsamarle y remitirle en una litera (Fr. Matías de Marquina en los fragmentos que habia for- mado para la vida del siervó de Dios, fol. 311.

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