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us Y tes interesadas, pues habia cortado con tan pru- dente accion un litigio, que sin duda hubiera sido muy ruidoso. Tardaron 17 dias en llegar á Villa- franca, distante de Lisboa 130 leguas y de camino muy malo y montuoso; y aunque por esto y ser la estacion cálida del tiempo, alguno ha querido atri- buirlo á prodigio, no somos tan ligeros en creer, que no sepamos hasta donde llegan las fuerzas hu- manas: no obstante, un libro manuscrito, que se guarda en el archivo de esta provincia (1), dice es- tas palabras: Los prodigios, que experimentaron en el viaje el Literero y criados, que acompañaron el cuerpo, fueron muchos. Lo mismo dicen los procesos de Villafranca (2); pero como no los refieren, nos han privado del gusto que tuviéramos en escribir- los. Antes de llegar el sagrado cuerpo á Villa- franca, se adelantó un soldado con la carta de su excelencia D. Pedro de Toledo, para su hija doñ Maria y otras para algunos particulares. Entró po el camino de Vilelay al llegar á la ermita, que llaman del Cristo de la Anunciada, encontró allí al licenciado D. Pedro Mourin, cura de Santiago y despues canónigo de la Colegiata; y preguntándole ¿de dónde venia? Respondió, que de Lisboa; y di- - ciéndole si conocia al murqués de Villafranca: respondió, que sí y que era soldado suyo y venia acompañando el cuerpo de un santo capuchino, - que su excelencia enviaba á su hija: y que traia varias cartas del mayordomo de su excelencia Juan Fa o (1. Memorias historiales tom. 1, fol. 183, (2) Proces, de Villafranca año de 1630 fol. 15, A
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