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— 417— 16. Continuando el excelentisimo Sr. D. Pedro de Toledo, en obsequiar á su grande amigo, aun- que ya difunto, el beato Lorenzo, determinó em- balsamarle Llamó á D. Juan Ortiz de Salazar, capitan de las galeras de España, que estaban en aquel puerto y le dijo, que trajese los cirujanos de la armada, para embalsamar al varon santo; pero en atencion á los muchos calores y haber pasado ya catorce horas de su muerte, se excusaron, te- miendo alguna corrupcion. Llamaron los ciruja- nos de Lisboa y estos reconociendo el venerable cadáver y viéndole flexible y sin olor alguno des- apacible, admitieron la operacion. Hallábase pre- sente el capitan Ortiz, quien no quiso apartase del venerable cadáver; y empezando los cirujanos su obra, á la primera incision que hicieron, salió una fragancia tan suave y extraña, que admirados los cirujanos y todos los presentes, no sabian qué ha- cerse, pareciéndoles que estaban en la gloria, 6 que la gloria estaba en ellos. El capitan Ortiz al ver es- le prodigio, fué corriendo lleno de gozo, á avisar á D. Pedro de Toledo, que con los médicos estaba en otra pieza; pero avisados ya del mismo olor (de que se llenó de repente el palacio), iban ya bus- cando la causa de aquella tan-rara maravilla (1). Entraron en la sala donde estaba el venerable cadá- ver; y no pudiendo contenerse el afecto y devocion de D. Pedro de Toledo, se fué sin libertad entre suspiros y exclamaciones y poniendo su cata sobre la del beato Lorenzo, empezó á decir: padre santo, DY Suma fol. 334. 27

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